
Fish man
Ángel Manuel Nuño López
Un sujeto forcejea la puerta principal del acuario, entra rápido en el establecimiento y se quita la capucha la piel de su rostro es gris tornasol, sus ojos, grandes y oscuros. Saca un arma de su abrigo y observa cuidadosamente a los peces uno enorme, largo y ovalado, flota con gracia en lo alto del estanque.
De pronto, se acerca a la sala otra persona encubierta.
— Joven Lucio, agarramos al propietario en su oficina, ¿lo traemos?
Enseguida, dos hombres corpulentos arrastran a un adulto maniatado, molido a golpes.
— ¡A ver, cabrón, ya sabe lo que buscamos!
— Mejor yo lo interrogo, tú y Valerio revisen a los peces ordena Lucio y continúa cuando ambos se han retirado Escuche toma al sujeto por el cuello ¿dónde están las células de Unova. Si no las entrega nos llevamos lo del estanque.
— Hijo… no lo hagas —balbucea el propietario antes de perder el conocimiento.
Vér
ti
go.
Entonces, Valerio lo llama preocupado: “Ay, mi Lucio… pura pantalla, son holográficos”.
Tres detonaciones, con la fuerza de un ritmo cardiaco acelerado, revientan los cristales del estanque; no salpica ni una gota de agua, solo sangre [sintética] del inconsciente.
***
cielonocturno.com/nubesopacas/no-astros#antros-iluminan-la-ciudad
Lucio aborda un taxi, la voz programada de la aplicación le pide confirmar el destino: “Al Shanghái, en la Zona Norte”. La pantalla en el tablero del automóvil no responde. Después: “Área restringida Inaccesible al GPS”
Camina junto a la canalización del río, donde la peste es insoportable. Elevados entre ratas y corrupción, divisa nuevos rascacielos sobre el mar. Escupe y patea una botella de plástico, no se preocupa por las ciudades sumergidas o las islas de basura en el mundo hay plástico y humanos, humanos de plástico.
Las oscuras calles de vapor lo precipitan hacia la Terminal Minarete; el último autobús ha partido, pero pasará aquel viejo taxista Apretado contra la ventana, se lamenta de no viajar a solas.
“ID… password… ¿Unova Laboratory? Adelante, señor, lo esperan subiendo las escaleras…”.
Tras un par de cortinas, entra en la pista de baile electro hop estridente, luces caleidoscópicas, drogas de diseño, humo y alcohol. De inmediato, el recepcionista lo conduce por los escalones a un salón aislado:
— ¡Joven Lucio! —Un tipo alto y risueño se levanta de la mesa y lo abraza—. Ahí está el Arias, ¿en serio se opera? ¡Valerio, el Lucio no es ningún cobarde!
Valerio se aproxima y toma del brazo a Elías:
— Ay, mi Lucio —dice con un tono afligido—. Aquí lo dejamos con el doc, pero piénsela bien.
Incluso con el reventón allá abajo, el doctor Arias se mantiene concentrado en su ordenador. Lucio toma asiento, reflexiona unos segundos y habla:
— Supe por ellos que necesita personas para sus experimentos en Unova…
— Niño, ¿acaso comprendes la totalidad de los riesgos? ¡Por supuesto que no! Solo piensas en obtener créditos.
— Si le preocupa el tema legal, firmaré que estoy dispuesto a sacrificar mi vida por…
— No necesitamos a un suicida temerario —lo interrumpe con un tono severo—. Unova necesita una quimera, un maldito conejillo de indias para mezclar ADN, ¿arriesgarás tu vida, tu futuro?
— Tal vez ustedes le temían a la muerte, ustedes querían vivir para siempre y tener hijos y joderse todo a su alrededor, pero…
— Piensa en ti, Lucio, nosotros en la humanidad.
— ¡Ninguna empresa es altruista, tú no le das valor a nada!
— Entonces, ¿por qué haces esto?, ¿por qué sigues a tu padre?
El suelo vibra ligeramente a causa de la música, la voz de Lucio se quiebra:
— Me da igual, no es por mi padre… solo es… asegúrate de transformarme y yo lo resolveré.
— Ahora puedo empezar con tu rostro, pero para tu cuerpo faltan células. La única reserva está en Sea City, en el acuario…
Fuera del Shanghái, la madrugada es como un balde de agua fría, un lujo que pocos podrían permitirse. Antes de partir, el doctor Arias le entrega un arma de fuego:
— Cúbrete, la sangre llama y la corriente es poderosa si notas anomalías, mejor pégate un tiro.