
Ginger
Penélope Gamboa Barahona
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis.
―¡Para ser una puta eres muy estrecha!
El orgasmo vino a la sétima embestida, parte del semen rodó por sus piernas y cayó al suelo. Ya se limpiaría después, seis peniques de más, tres por ser montada desde atrás, a la manera de los sodomitas, y tres por acabar adentro. Un trato justo.
―¡Y que no se te olvide pagarme!
El hombre le arrojó los peniques y salió del callejón, un borracho o un muellero, poco importaba quién era. Al menos no se trataba de un casco azul, la peor de las calañas. Esos se la metían a una y después te acusaban de indecencia, los muy malditos. Como si dormir en la cárcel fuera mejor que dormir en las calles de Whitechapel, el infierno de Londres.
A la taberna llegó jadeando.
―¡Dame una pinta de cerveza!
Sentada en su mesa, recordó las calles de Limerick y el río Shannon. ¡Ay, Irlanda, tan cerca y a la vez tan lejos! Los rostros de sus hermanos aparecieron en orden de estatura, siete niños y una niña, demasiadas bocas por alimentar. Quizás su madre ya haya abandonado a los menores de la misma manera en que ella fue dejada a su suerte durante la Gran Hambruna. Algún día volvería a su hogar en un gran barco, tal y como lo hizo Gráinne O’Malley.
“Oh ro, bienvenida a casa,
Oh ro, bienvenida a casa,
Oh ro, bienvenida a casa
¡ahora que el verano se acerca!”
Volvería con su pelo rojizo al viento, cocinaría papas y jengibre para sus hermanos y limpiaría las lágrimas de emoción de su madre. ¡La hija pródiga ha regresado, salgan todos a celebrar!
“Bienvenida, oh mujer, que estabas tan afligida,
fue mi ruina que estuvieras encadenada.
Tu hermosa tierra en posesión de ladrones
¡y tú vendida a los ingleses!”
Pero nadie celebra el regreso de una puta, ni siquiera Gráinne O’Malley, la pirata del cabello de fuego.
“Gráinne Mhaol viene sobre el mar,
acompañada de guerreros armados.
Son irlandeses, no franceses ni españoles
¡y derrotarán a los ingleses!”
Pidió dos pintas más de cerveza, una para su primer esposo y otra para el segundo. Dos pobres diablos, la ruina de una mujer son los esposos y sus deudas heredadas.
“Con la ayuda del Rey de los Milagros lo veré,
aunque viva tan solo una semana más.
Gráinne Mhaol y mil guerreros
¡expulsando a los ingleses!”
Un hombre se levantó furioso.
―¡Deja de cantar, Mary Jane, esto no es Irlanda!
Frunció el ceño, ¡malditos ingleses, invasores de tierras! No saben apreciar la belleza del gaélico ni sus canciones.
Llena de ira, se levantó y le arrojó el vaso vacío.
―¡Que se jodan ustedes, los ingleses! ¡No les gustan los irlandeses, pero sí meten sus vergas en coños irlandeses! ¡Gráinne Mhaol vendrá y los matará a todos!
Nadie le hizo caso, borracha era agresiva y grosera, “Black Mary Jane” en vez de “Ginger Mary Jane”.
Tambaleándose, fue hasta su callejón preferido y esperó. Ningún hombre quiere a una puta borracha, pero todos aman cogerse a una puta borracha. No se inhiben ante nada, no les asusta ninguna verga y, sobre todo, no ponen atención al dueño de la verga. La puta perfecta.
Un hombre se acercó a ella y le mostró varios chelines, el boleto de regreso a Irlanda y todo lo que tenía que hacer era subirse la falda y abrir las piernas.
―No me gusta hacerlo en el callejón.
Las palabras del hombre la hicieron sonreír, por suerte tenía su propio cuarto en Miller’s Court, un cuchitril angosto y sucio, pero con al menos una cama para el asunto.
El hombre no habló en todo el camino, ¿un borracho, un muellero o un caballero? No lo supo, todo lo que logró ver de él fue el sombrero y el abrigo oscuro. ¿A quién le importaba cómo era? Le había pagado en chelines, por fin podría largarse de ese infierno.
En el cuarto, el hombre se quitó el sombrero y la tomó del cuello, gesto que le sacó una carcajada.
―¿Así que esto es lo que te gusta, eh?
El hombre apretó su cuello y la dejó sin respiración durante unos segundos. No emitió ningún quejido, no era la primera vez que un cliente la ahorcaba en media cogida.
―¡Acaba ya, que tengo que volver al callejón!
El hombre volvió a apretar, esta vez con más fuerza que antes. Ella movió los brazos hacia arriba, asustada de su violencia, incluso una puta borracha sabía cuándo la cosa se estaba volviendo peligrosa.
Gritó y todo lo que salió de su boca fue un gemido ahogado. Las imágenes de las calles de Limerick, el río Shannon, los rostros de su madre y hermanos pasaron frente a sus ojos. Gráinne O’Malley desembarcando en las costas irlandesas, luego un relámpago rojo y después nada.
A la mañana siguiente, el recadero Thomas Bowyer tocó la puerta del cuarto nº 13 de Miller’s Court varias veces, las putas eran los peores arrendatarios, siempre debiendo parte del alquiler y exigiendo prórrogas de pago. Harto de no obtener respuesta, metió la mano en el cristal roto de la ventana y corrió la cortina. Lo que vio allí le hizo palidecer y correr hacia donde estaba el casco azul más cercano.
―¡Es obra del diablo, obra del diablo!
Poco tiempo después, el inspector Abberline entró a la habitación y se puso un pañuelo sobre la boca. Más que una escena de crimen, aquello parecía la obra de una bestia. El cuerpo desnudo de la mujer estaba sobre la cama en medio de un mar de sangre, abierto desde el abdomen hasta la entrepierna. Los pechos, el útero y otros órganos colocados a propósito por todo el cuarto, como exhibiciones de museo. El rostro totalmente desfigurado por las cuchilladas.
―¿Quién es la desventurada?
―Mary Jane Kelly, una ramera irlandesa.
Abberline se sobresaltó y pidió que lo dejaran solo, otra prostituta mutilada en Whitechapel, eso solo podía ser obra de una persona. Sobre la mesa de noche encontró una carta escrita con sangre, dirigida a él:
“Rebané a esta pelirroja para usted, señor inspector, la perra estaba tan borracha que no se dio cuenta de nada. Dejé también algunos obsequios en el cuarto, espero le gusten.
Firma: atrápeme cuando pueda.”
Al día siguiente del hallazgo, el niño pregonero anunció a gritos la noticia más importante del Daily Telegraph:
―¡Última hora, última hora! ¡Jack el Destripador ha matado a su quinta víctima!

Semblanza de la autora:
Penélope Gamboa Barahona nació en San José, Costa Rica. Es estudiante de Bibliotecología en la Universidad Estatal a Distancia y amante del cine y la literatura de terror. Algunos de sus relatos han sido publicados en revistas literarias de Costa Rica, México y Perú.