Amé

Reseña de Everything, Everywere, All at Once

Amé “Swiss Army Man” (2016), así que tenía la expectativa de que “Everything, Everywere, All at Once” (2022), filmada por la misma pareja de directores, iba a ser una buena película. Cabe recalcar que hubo algunos aspectos de la historia que sí se sintieron rebozantes de creatividad, por ejemplo la idea de transferir consciencias y habilidades entre una plétora de universos mediante el absurdo como condición (meterte un dildo en situaciones no sexuales o tragar chicles masticados por desconocidos, las posibilidades son muy variadas) ya que establece un tono y un estilo surrealista y estúpido similar al de la mencionada “Swiss Army Man”, donde nos pasábamos la mayor parte del metraje contemplando un cadáver echándose gases y siendo utilizado como herramienta de supervivencia. Una propuesta que de entrada parecía chocante, pero que resultaba en una ingeniosa forma de uso del cuerpo (si bien no tan relacionada con el body horror, sí resultaba incómodo y original ver cómo se exploraban las posibilidades).

También es interesante el primer acto de la película. Una forma sencilla y cercana de interpretar el multiverso o la fragmentación del universo como una enfermedad de la mente (contemporánea) de querer estar en todos lados a la vez y controlar cada aspecto de la vida cotidiana.

Los mass media nos han acostumbrado a conceptualizar el multiverso de una sola manera. Esa donde se cuenta con una herramienta tecnológica o con un superpoder que permite a los personajes (y a nosotros) vislumbrarse a sí mismos en una serie interminable de variaciones y en épocas de lo más diversas. Estos personajes viajan de forma literal a los universos colindantes con la intención de afectarlos o modificar alguno de sus aspectos. Los ejemplos son muchos: X Men: Days of Future Past, Spiderman into the Spiderverse, Cloud Atlas, Multiverse of Madness o representaciones mucho más elaboradas y complejas como los animes Higurashi: When They Cry o Madoka Magica.

Que Everything, Everywhere… hubiera seguido el sendero psicológico planteado en sus primeros minutos, como una metáfora del multiverso en la cotidianidad y ciertos procesos mentales y emocionales, hubiera sido más original o inteligente que el derrotero que termina tomando la historia.

El multiverso propuesto por el tándem creativo (the Daniels, se hacen llamar) no es solamente literal en sus reglas, sino que también utiliza el concepto de imaginación como un pretexto más para literalizar las acciones de los personajes, para exponerlas, pero jamás para aprovechar el potencial que tienen: recordemos cuando el personaje de Michelle Yeoh recibe una hoja con instrucciones escritas en las que debe imaginarse en otro lugar de donde se halla en dicha escena. No se profundiza en la imaginación como habilidad universal.

Quisiera mencionar algunos ejemplos de otros multiversos “más cercanos a nuestra realidad” y que difieren del concepto al que ya estamos tan acostumbrados:

En la poesía de Fernando Pessoa (Álvaro de Campos o cualquier otro heterónimo de la misma persona) el multiverso se refleja en la frase “soy todo de todas las maneras”, la cual engloba un ejercicio (un tanto romántico) de imaginación y empatía hacia todas las cosas (o universos) que pueden existir en todas las realidades posibles (incluso el de otros escritores y poetas como Emily Dickinson o Walt Whitman, que también guiñan a la posibilidad de que existan otros mundos).

En la película “Mr. Nobody” (2009) el multiverso se plantea como una infinidad de escenarios posibles que una persona común y corriente tiene que afrontar a la hora de decidir cualquier cosa (Si se decide decidir, por ende, el no-decidir algo es una decisión, y así ad nauseam). Siempre va a haber posibilidades, cualquier decisión se bifurca en otras decisiones, inclusive quedamos entre dos mundos, en el plano mental, cuando aceptamos las decisiones que tomamos y, a la vez, sentimos nostalgia al imaginarnos lo que pudo haber sido si hubiéramos decidido otra cosa.

En la película Two/One (2019) el multiverso se aborda desde los sueños. El acceso a otras realidades se lleva a cabo cuando dormimos y soñamos; mientras que por un lado hay un personaje que ejerce como esquiador profesional canadiense, cuando éste duerme se vuelve un músico frustrado en Shanghái, o viceversa. ¿Quién sueña a quién? A propósito, existen textos antiguos de la civilización china que plantean la posibilidad de que nos soñamos en situaciones contrarias a nuestra realidad actual o en formas en las que no actuaríamos habitualmente en la vigilia, por ejemplo, el vagabundo que se sueña emperador o el emperador tirano que se sueña como vagabundo sin ningún privilegio.

Relacionado también con el tema de los sueños, y apoyándonos en la historia de Paprika (tanto el texto original, de Yasutaka Tsutsui, como la adaptación al anime de Satoshi Kon) nos encontramos con una metáfora de la invasión de los distintos universos psicológicos que existen y coexisten en nuestro mundo de vigilia así como en nuestro mundo del ensueño. Cada persona, cada soñador, es una serie de traumas, vivencias, añoranzas, trastornos, acciones, imaginaciones, costumbres, etc. Entre más convivimos entre nosotros, más se entremezclan nuestros sueños y todo lo que conllevan. En Paprika, si bien se retoma del sci-fi el instrumento tecnológico como aquel que nos sirve para alcanzar una meta y poseer una nueva habilidad, en la realidad cercana dicho instrumento podría ser todo el paquete de redes sociales al que ya estamos acostumbrados. ¿Qué son las redes sociales sino unas ventanas a los distintos multiversos que existen? Y, además, con el beneficio de que pueden ser registrados en la nube. (Si se pudiera grabar el interior de una persona o sus sueños, como en Paprika, tengan la seguridad de que se publicarían en Tik Tok con igual esmero o indiferencia que todo el resto de contenido).

Como se puede notar, el multiverso no es una realidad lejana. O, más bien, no es algo a lo que cualquier persona de a pie está exenta de acceder.

Esto hace pensar en otro acierto de “Everything, Everywere, All at Once”, y es la representación de la incomunicación dentro de un círculo una familia de migrantes chinos que por sus condiciones de vida deben convivir estrechamente en todo momento. Cuando se habla del multiverso siempre se hace en términos de “acceder” al mismo, a sus diversas realidades. Mas casi nunca se reflexiona en la de entrar en él. Los personajes de esta película se yerguen como fortalezas psicológicas (cada uno como un universo, aunque suene ya muy trillado el hecho de comparar a las personas con universos andantes): la esposa con el esposo, la madre con la hija, el abuelo con la nieta…, ninguno se entiende durante dos horas de metraje hasta que la madre decide que sea de otra manera. Cada miembro de la familia es una caja negra esperando ser abierta por los demás miembros. El motor emocional está ahí.

Ahora, el verdadero problema es que la película se siente artificial, sin vida y repetitiva. La idea del camino del héroe/heroína (con todo y peleas redundantes) que tiene la misión de salvar a alguien ya está demasiado gastada en el imaginario occidental y pasó a ser lo importante en una historia que prometía mucho, o al menos que se publicitaba como diferente a “Dr. Strange in the Multiverse of Madness” o como la contraparte artística o “compleja” de ésta. También se siente como una película especialmente hecha para gustar, más que para incomodar. Se percibe como una serie de memes o publicaciones motivacionales de Tik-Tok o de Instagram (incluso la conversación entre las rocas se siente como un meme y no como algo tan original). Pero así como las publicaciones en Facebook pasan de largo, esta película pasará también.

Alejandro Oto Sampedro