
Ojalá ningún fantasma lea esto
Reseña de No hablaremos de muerte a los fantasmas de Daniel Centeno
Pertenezco al grupo de personas que no quiere pensar ni hablar de la muerte. Basándome en el título del libro de Centeno… ¿seré un fantasma? Aprovechando la broma. Pero la verdad es que si pienso en la muerte es por necesidad, porque es una realidad conflictiva, e ignorarla no la solucionará. Me considero emocional y práctico en ese aspecto, como en casi todo. Sigo mis razonamientos y mi intuición. Y analizar la muerte me familiariza con ella, como dicen que acostumbramos los mexicanos. Pero no quiero familiarizarme con ella. A pesar de mi poco gusto por el tema, me adentré en No hablaremos de muerte a los fantasmas y me asomé al crisol de algunas de sus posibles eternidades después de la vida. Al hacerlo, me di cuenta de que una gran porción de esas eternidades ya está entre los vivos. La muerte ronda entre nosotros, y los fantasmas y los recuerdos permanecen por deudas pendientes, por amor, por problemas sin resolver, por heridas sin sanar, para darnos lecciones, por la locura que queda flotando aun después de la vida como una estela por su intensidad…
El libro se compone de un número considerable de cuentos, veinticuatro
en su edición en físico y veinticinco en la digital. Sin embargo, Centeno mantiene un ritmo rápido de lectura, puesto que el promedio de los cuentos es de cinco cuartillas con una prosa ligera. Puede intimidar la consistencia con la que hizo el libro, pues todos los cuentos conservan la extensión, es muy preciso. A su vez, orbitan alrededor de un mismo concepto: los fantasmas en un futuro/realidad paralela en disitintas problemáticas sociales y emocionales. De esta manera, se transparenta como un fantasma que el proyecto fue planeado a detalle. Y el objetivo principal del conjunto de cuentos diría que, como sugerí en el párrafo pasado, es ofrecerte una mirada a ese crisol o caleidoscopio, no de colores pero de temas que versan
del mismo canto. Sería una serie con veinticuatro/veinticinco capítulos, en lugar de un largometraje, donde nuestra humanidad choca contra la muerte y la eternidad, a veces de tope, otras logra aprender del tropiezo, y casi siempre deja abismos o de menos resquicios en la memoria.
Aquí parafraseo tres de las anécdotas que más me conmovieron, para
acercarte a la catarsis y que vayas y lo leas por tu propia cuenta. En “A las estrellas”, el protagonista se despide de su amor, Victor, para emprender una misión que puede salvar a la humanidad, después de que ellos planearon una vida juntos. El protagonista despega, acto siguiente el corazón de Victor se hace pedazos. Sucede que la gravedad lo haría envejecer a un ritmo más lento que la Tierra, por lo que, cuando lograra o no la misión, la conexión emocional con Victor estaría interrumpida por la distancia espacio-temporal. “Gen fantasma” relata el dilema de enterarse si Dany, hija del protagonista, tiene el gen para regresar entre los vivos después de la muerte. Nadia, la madre, supuestamente no lo tenía, y los padres del protagonista rechazaban esta condición. Sin embargo, desde la perspectiva del protagonista y de Dany, saber si se tiene el gen fantasma es irrelevante. El recuerdo de Nadia no lo es. Por último, “Hacer las paces contigo” cuenta cómo las distintas versiones del protagonista (fantasmas multidimensionales, mirando desde un limbo) observan sus múltiples posibles vidas ocurriendo de manera simultánea. La versión protagonista del cuento encuentra una donde es genuinamente feliz, una donde es la viva imagen de su padre. Habla del legendario hecho psicológico donde encuentras la felicidad al aceptar que somos felices repitiendo las maneras de ser de tus padres.
Personalmente, me gusta la fuerza que Centeno le da al aspecto fantástico en el libro, a pesar de la fuerte influencia de la ciencia ficción, en especial por el ámbito de la especulación. Es un título que encaja perfectamente
con el concepto que Casa Futura Ediciones busca difundir, de géneros no miméticos. Otro trabajo editorial en las manos de Jovany Cruz y Enid Carrillo. Fue el arranque de la editorial, puedes constatarlo por el número “1”
que corona el lomo del libro.
Germán Robles Pérez